jueves, 12 de octubre de 2017

HAY SONRISAS PINTADAS DE ROJO QUE INSPIRAN LA POESÍA DEL MUNDO




A las “casi guapas”, esas a las que nos contaron que la belleza estaba en nuestro interior y que los labios rojos son sólo para salir de fiesta, tengo el placer de comunicaros que podéis pintaros de rojo desde que os levantáis por la mañana y miraros al espejo para recordaros la belleza exterior que también tenéis.

Y es que esto de la belleza nos ha hecho mucho daño.
¿No te lo parece? Yo nunca voy a ser una de esas mujeres que tienen la graduación de bellas.
No tengo su nariz pequeña, sus pómulos marcados y sus tetas perfectas. Ni te cuento su vientre plano y sus pies de anuncio del Dr Scholl.

Muchas de nosotras crecimos pensando que esto no era un problema, porque siempre podríamos cultivar nuestro interior.  Pero el interior, preciosas mías, es algo que no se ve cuando te miran a los ojos y, a veces, nadie te da una conversación que vaya mas allá de un “Hola, ¿qué hay?”.
Y en esa distancia ya me diréis a mi como muestras tu interior bello y cultivado cual jardín de rosas y margaritas.

Ya sé que estaréis pensando que si ahora va a ser la belleza indispensable para ir por la vida y, mi respuesta, es que si.
Lo siento, es una conclusión reciente a la que he llegado y que quería compartir.

Y es que la belleza es una cuestión de actitud, como todo en la vida.

Tranquilas, chicas, voy a explicarme.

Pregúntate quién dice que tú no eres guapa. Probablemente desde pequeña has oído cosas del tipo: “no eres guapa pero eres resultona”, “tienes algo”, “si perdieras un poquito de peso estarías perfecta”, “lo que no tienes de guapa lo tienes de simpática”.

¡A la mierda ya, hombre!

Nos lo decían los demás y nosotras nos lo hemos creído como si fuera un catecismo, y así nos va.
Lo decían las revistas, los anuncios de ropa en la que no cabemos, las cremas que nos venden las marcas más famosas y que tienen la manía de ponérselas a mujeres que no las necesitan, y las actrices más preciosas de la pantalla. Lo decían las guapas de tu grupo de amigas, y quizá hasta ese novio gilipollas que era todavía más feo por dentro que por fuera. ¡Y mira que eso es difícil, eh!
Y tú, yo, nosotras, hemos llegado hasta aquí pensando que había que conformarse con eso y con eso vamos por la vida.
Tapando esa sonrisa de “casi guapa” con un discreto brillo de labios y un perfilador de ojos que tampoco sobresalga mucho de la cara, no sea que alguien nos mire y piense que dónde vamos así.
Hombros hacia delante que oculten nuestras tetas no perfectas y tapándonos el culo con camisetas XL. Y ese no es el problema, que quizá esa ropa te siente hasta bien. Es que todo eso esconde tu belleza y no deja ver que tienes unos ojos llenos de verdades que es necesario que otros vean porque seguro que, aunque tú no lo sepas, hay alguien que te mira y le inspiras el día.
Porque hay sonrisas pintadas de rojo que inspiran la poesía del mundo.
Y esto no va de sacarte partido, pintarte como una puerta y salir al mundo convertida en una mala caricatura de ti misma. No. Esto va de cambiar tu actitud.
Piensa en todas esas personas que juzgaron tu belleza y deja de mirarte con sus ojos. Mírate con los tuyos, con los de hoy. Sonríele al espejo del baño mientras pones morritos y le dices que hoy te vas a comer el mundo. Piensa en todas las veces que has amado hasta romperte con ese cuerpo lleno de imperfecciones. Las veces que alguien te miró a pesar de tu casi belleza y ya no pudo olvidarse de ti. Acuérdate de todos los lugares a los que te llevaron tus pies no perfectos y las veces que tus ojos contaron todo lo que las palabras no eran capaz de expresar. Piensa en todo lo bello que han tocado tus manos y ponle color a todo eso. A tus manos, tus labios, a tus ojos, ¡a la vida, nena!

Conviértete en la tía irresistible que ya llevas dentro.

Deja de ponerle peros a todo, quítale el foco de una vez por todas a lo que te falta; a lo que los demás dicen que te falta.
¿Cómo vas a saber qué te falta de verdad si todavía no tienes claro lo que tienes?
Y ríete, sonríe, que no hay nada más bonito que una sonrisa en la cara de alguien que ha aprendido a amarse.
A cuántas personas conoces que no son guapas pero lo parecen. Yo, por lo menos, a más de una y quizá te ha pasado también que las miras y piensas: “pues ya le vale. Se creerá guapa la tía”. Y es que nos molesta ver en los demás lo que nosotras somos incapaces de hacer. Seguro que ésa tía es una “casi guapa” que un día decidió quererse.
Si te molesta, no la juzgues. Ámate tú.
Si todo esto está consiguiendo revolverte un poco, quizá sea el momento de empezar a cambiar algo.
Yo te aconsejo que, a pesar de tus pocas ganas, de la pereza, de tu creencia de que la belleza está en el interior, de que pienses que quien te quiera te va a querer como eres, de tu culamen tamaño cubana, de tu tripita de mamá reincidente o de herencia familiar, de tu tamaño, de tus granos, dermatitis, ojeras y demás imperfecciones de personas normales, empieces a ponerle una sonrisa a todo eso, porque lo único que te separa de tu belleza irresistible es la conciencia de que eres tan “casi guapa” como todas los demás.

No te escondas más, preciosa, que yo, por lo menos, quiero verte sonreír.

No quiero despedir este post sin advertirte que gastarte un montón de dinero en tratamientos y cremas no sirve de mucho ni no los utilizas. Que algunas tenemos la costumbre de llenar el armario del baño con cosas carísimas que son siempre el primer paso de un segundo paso que no llega nunca. Utilízalo.
Si inviertes, úsalo. Crea el hábito de cuidarte. Unos minutitos al día bastarán. Eso no va a convertirte en nada que no seas ya pero seguro que no te hace sentirte peor. No tenemos ningún reparo en romper los compromisos cuando es con nosotras mismas. No nos lo permitimos si en con los demás. Imposible llegar tarde a una cita, impensable faltar a un compromiso laboral, o decir que no a cualquiera aunque no nos interese una mierda lo que nos están pidiendo. Pero, ¿a nosotras? Eso si, mujer. Eso no es un problema y no tiene consecuencias. Eso crees, ¿verdad? ¡Pues te equivocas! Sí las tiene. Tu autoestima, tu autoconcepto, tu seguridad en ti misma y tu sentimiento de competencia y de seguridad de éxito se verán amenazados, tocados y hundidos. Y no queremos eso, ¿verdad? Pues a mover el culo, nena, que ya es hora.

Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino? ¡TÚ!









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