Que bien sienta sentir.
Terminar una labor. Permitirse por unos días ser de otro tiempo y de otro lugar.
El sonido del viento agita las ramas temblorosas del patio que aguantan estoicamente sus embestidas.
La manta en el sofá; un sofá que no es nuestro pero que ya nunca va a poder olvidarse de nosotros.
Norah Jones sonando con su "The long day is over" y esta sensación de paz que tanto necesitaba y que encuentro cada vez que me dejo agasajar por los colores de la vida; el azul rabioso y el verde, que además huelen a resina y a ozono.
Me gusta pensar que cada día que pasa estoy un poco más cerca de la vida que quiero.
Me gusta que me digas que estoy loca, pero con esa sonrisa de " eres una loca maravillosa" y me gusta tu risa cuando te recuerdo que los locos son los otros, los que no saben que se puede ser quien quieras si lo deseas de verdad, si estás dispuesto a desaprender lo que no te sirvió para ser más feliz.
Yo no tengo ni idea de que me tendrá preparada la vida. Cuantas sorpresas y contratiempos, cuantas veces más tendré que venderle mi alma a los que deciden quién se queda y quién se va o quien vale o no para lo que sea. Quizá solo nací para intentarlo y, quizá un día, ya no quiera hacer nada más que tejer mantas y respirar la vida hasta que no me quepa más.
Pero cada vez que vengo, aquí o a cualquier otro sitio de esos que ya hemos hecho nuestros, que me quito la careta y yo soy más yo que nunca, me parece que quizá, solo quiera no hacer nada más.
Y lo siento de verdad.
Aquí nunca me siento sola.
Me gustan mis ojos cuando miran lo que he dejado atrás, y la luz que reflejo cuando me miro sonreír.
Aquí me siento poderosa y grande.
Camino sin prisa y Kometa me lo agradece, nos entretenemos con las fotos más tontas e irrelevantes.
Nos ladran los perros de las otras casas y tú sigues como si no fuera contigo.
Hasta tú eres más tú.
Sé que tengo que volver y terminar lo que empecé, que tengo que enfocarme y hacer un buen plan. Que me falta lana y que me quedan muchos puntos por aprender.
Aquí el café me sabe a puchero y la vida a "mi vida".
Aquí nada interrumpe mis pensamientos y mi imaginación se desborda de tal manera que parecen realidades.
A veces no sé cuando estoy soñando.
Salgo a pasear temprano y cuando vuelvo la casa huele a ti; como si lleváramos aquí toda la vida, y no puedo evitar pensar que no puede ser circunstancial, que todo huele al abrazo infinito de anoche y que olvidarlo sería como traicionarnos.
Ésta soy, la de aquí, la que no tiene miedo, la que no siente que tiene que estar siempre alerta. La que se deja llevar y la que gira contigo en ese baile improvisado, la que no se pone de puntillas porque mi boca queda a la altura justa de tu cuello y allí quiero quedarme, por lo menos mientras suena nuestra canción.
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